Los kirikiñausis (ericeras en castellano) son unas construcciones de piedra, normalmente circulares, a las que se accede por un portillo que se cerraba una vez lleno de castañas. Su existencia es común en toda la Europa húmeda. Allí se almacenaba el futo, recogido con unas improvisadas tenacillas de madera, para protegerlo de los animales que podían comerlo y para que adquiriese una sazón y punto de maduración final. Permanecían durante uno o dos meses hasta que el grano de la castaña se liberaba del erizo. La asociación Supelaur Kultur Taldea ha recuperado y restaurado varios recintos, que pueden visitarse en un delicioso recorrido.